viernes, 11 de septiembre de 2009

DIÁLOGO ENTRE LA IGLESIA Y EL ARTE

La noticia que a continuación publica Cuadros de una Exposición, poco o nada tiene que ver con la actividad cultural de la ciudad de Mataró, pero creo que por su interés y en muchos casos, por su sorpresa para el mundo artístico, merece toda consideración y difusión.


La Iglesia Católica, como muchas otras, es valedora del arte y conserva grandes tesoros que hoy constituyen patrimonio de la humanidad. Que Benedicto XVI decida mantener un diálogo con 480 artistas entre pintores, actores, escritores, directores de cine, etc. es sin duda una gran noticia para el mundo del humanismo, tan denostado en nuestros días.


Benedicto XVI invita al diálogo al mundo de las artes.
El 21 de noviembre próximo, en la Capilla Sixtina



CIUDAD DEL VATICANO, miércoles 9 de septiembre de 2009 (
ZENIT.org).- Benedicto XVI se encontrará con músicos, pintores, actores, escritores y directores de cine y teatro de todo el mundo en la Capilla Sixtina el próximo 21 de noviembre.

Este encuentro, que ha sido presentado este miércoles en rueda de prensa en el Vaticano, pretende retomar el diálogo con el mundo del arte, diez años después de la Carta que le dedicó Juan Pablo II, el 4 de abril de 1999, y 45 años después del encuentro que mantuvo con los artistas Pablo VI, el 7 de mayo de 1964.

Según explicaron los organizadores del encuentro, dirigidos por el arzobispo Gianfranco Ravasi, presidente del Consejo Pontificio para la Cultura, han sido invitados 480 artistas de los cinco continentes.


Antes del encuentro, los invitados visitarán la Colección de Arte Moderno y Contemporáneo de los Museos Vaticanos, que se constituyó por voluntad de Pablo VI.

¿El fin del divorcio?

Se trata de un encuentro que busca "superar un divorcio" desde que el arte "renunció a la trascendencia" y la Iglesia "se pudo a la defensiva", según explica, en la edición de hoy del diario "L'Osservatore Romano", el director de los Museos Vaticanos, Antonio Paolucci.

"Quizás hoy se den las condiciones favorables para que la Iglesia pueda jugar con éxito el último as. En la disolución de los lenguajes y de los modelos, en la afasia expresiva que distingue a nuestro tiempo, la Iglesia debe hacerse mirada y escucha".

En efecto, recuerda monseñor Ravasi en otro artículo publicado en el diario vaticano con ocasión de este encuentro: "ya Pablo VI explicó que el gran desafío del artista es "robar los tesoros del cielo del espíritu y revestirlos de palabra, de colores, de formas, de accesibilidad".

El papa Montini "quería restablecer una alianza nueva entre la inspiración divina de la fe y la inspiración creadora del arte", alianza que se había roto hace siglos, afirma el presidente del Consejo Pontificio para la Cultura.

"El arte abandonó el templo, relegó en una estantería polvorienta las grandes narraciones bíblicas, los símbolos, las figuras, las parábolas sagradas y se encaminó por las vías 'laicas' de la contemporaneidad".

"Abandonó la concepción según la cual la obra de arte encarna una visión trascendente del ser, dedicándose a experimentar con el lenguaje, a complejas investigaciones estilísticas, a elaboraciones autorrreferenciales y finalmente a simples provocaciones", añade monseñor Ravasi.

Se espera por tanto, afirman tanto el prelado como Paolucci, por parte del Papa Benedicto XVI, muy sensible a estas cuestiones, que relance "un diálogo con la esperanza de que resurja una alianza profunda".

"Todo lo que expresa la espiritualidad humana - estupor frente al milagro de la naturaleza, culto de los afectos, escucha y reflexión ante los interrogantes supremos de la vida, de la muerte, de lo absoluto y del más allá - todo esto puede ser argumento para un arte religioso", asegura Paolucci.


El director de los Museos Vaticanos afirma que "a principios de este siglo y de este milenio, la relación entre la Iglesia y el arte no ha perdido ni sentido ni actualidad".

"¿Qué formas de arte se producirán en el tercer milenio cristiano? No lo sabemos. Hoy sólo podemos reconocer y, en la medida de lo posible, honrar y valorar, los fragmentos de sabiduría y de belleza que un día podrán construir el nuevo orden estético", concluye Paolucci.

PUBLICADO EN EL NÚMERO ZS090910 ZENIT.ORG

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